Hola a todos. Llevo muchos años trabajando en el sector de la energía, concretamente 32 en Iberdrola, y al conocer este Blog no he querido dejar pasar la oportunidad para hablar de un tema que me parece muy interesante. Se trata del almacenamiento de energía.
El almacenamiento de energía es una actividad que se viene realizando desde la prehistoria. Nuestros antepasados de las cavernas recogían y acumulaban maderas del bosque y huesos que utilizaban para calentarse. De hecho, en algunas cuevas se han encontrado restos de estos materiales que habían sido quemados.
También los árabes, grandes ingenieros de la cultura del agua que tomaron como base el conocimiento adquirido de los romanos, desarrollaron los molinos harineros. En estas instalaciones se almacenaba energía en balsas de agua para luego utilizarla para mover la maquinaria de la molienda.
Posteriormente, con el desarrollo de la era industrial, la posesión de territorios con riqueza energética y, por lo tanto, de almacenamiento de energía, ha sido un factor de crecimiento, dominación y de riqueza, pero también de conflictos y guerras entre países. A modo de ejemplo histórico, puedo remontarme al II Reich Alemán, liderado por el canciller Bismarck, que finalizó su expansión territorial en 1871 cuando pudo controlar las regiones del Sarre y del Ruhr, ambas poseedoras de una gran riqueza carbonífera. De ahí, muchos de los conflictos generados entre Alemania y Francia durante las dos grandes guerras mundiales para controlar estas regiones.
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Actualmente, la mayor parte de energía almacenada en el mundo está en depósitos con combustibles petroquímicos, como gasolina, gasóleo o gas natural, que son fácilmente convertibles en energía mecánica y en eléctrica.
Como profesional del grupo Iberdrola, el almacenamiento de energía me parece un tema crucial. ¿Y por qué? Veréis, hoy en día, con el desarrollo de las energías renovables, especialmente la eólica, que es la más eficiente y de la que la compañía es líder mundial, se presenta un problema: esta fuente solo está disponible cuando sopla el viento y, además, debe consumirse según se genera. La utilización adicional de un almacenamiento de energía que guarde la energía eólica excedente en periodos de bajo consumo y que sea rentable y cercano a estas instalaciones representa un reto tecnológico y a la vez una oportunidad para gestionar de forma más eficiente estas energías.
Pero aunque no tengamos aún solución para la eólica, sí existen métodos y tecnologías de almacenamiento de energía en otros ámbitos. Podemos encontrar los siguientes: en forma de energía mecánica, mediante las centrales hidráulicas de bombeo, los sistemas de almacenamiento de aire comprimido (CAES) y los volantes de Inercia; a través de energía química, con baterías, baterías de flujo o hidrogeno; en la forma de energía magnética, mediante bobinas superconductoras; de energía electroestática, con los supercondensadores y, además, en la forma de energía térmica.
Con este post he querido hacer una introducción sobre el concepto del almacenamiento de energía. En próximos artículos os explicaremos en detalle la situación actual y los retos innovadores que presentan cada una de estas tecnologías. ¡Hasta la próxima!