Bienvenidos al nuevo blog de Iberdrola, que inauguramos hoy con la intención de ofrecer otro punto de vista de la compañía y del sector energético. Desde este nuevo canal, mi equipo y yo iremos compartiendo nuestras impresiones del negocio de la energía y el conocimiento que vamos adquiriendo en nuestra actividad diaria.
Llegué a Iberdrola en el año 2001, cargado de planes y proyectos para revitalizar una compañía histórica, con un pasado lleno de éxitos y un futuro aún más alentador. Mi paso por la madrileña Escuela de Ingenieros Industriales del ICAI y por ICADE me aportó una formación práctica y cercana al mundo profesional. Mis profesores universitarios me inculcaron que un buen empresario debe desarrollar el espíritu emprendedor y el espíritu innovador. Siempre he intentado que estos dos conceptos me acompañen en mi vida profesional. Además, estudiar con los jesuitas marca la personalidad de cualquiera y a mí me enseñaron a valorar la cultura del esfuerzo, de la lealtad y del sentido de la justicia.
Cuando decidí estudiar Ingeniería Industrial, lo que más me atraía era la capacidad de los ingenieros para cambiar las cosas, para crear, para transformar, para plantear a la sociedad nuevas soluciones, para ser elementos dinamizadores, para, en definitiva, ser motores de cambio.
Y siempre me ha ayudado mucho mi formación inicial universitaria en las diferentes actividades que he desarrollado. Creo que el paso por la Universidad es determinante, porque son años en los que se forja la manera de pensar, de razonar y el espíritu crítico, y, al mismo tiempo, se adquieren los fundamentos teóricos y prácticos básicos que posteriormente te van a permitir afrontar tus proyectos profesionales.
Comencé mi carrera en Tudor en el año 1972. Guardo en mi memoria con especial cariño los años en los que me tocó desarrollar la expansión internacional del grupo, creando equipos plurinacionales y viajando por todo el mundo. En mi paso por ITP tuve la satisfacción de colaborar en la reconversión de los trabajadores de los Astilleros de Bilbao en unos magníficos profesionales del mundo aeronáutico, con la inestimable ayuda de los representantes sindicales. Tras varios años en Airtel (hoy Vodafone), en 2001 llegué a Iberdrola como vicepresidente ejecutivo y en 2006 tuve el privilegio de ser nombrado presidente. Siempre estaré agradecido a Iñigo de Oriol, cuyo fallecimiento aún pesa en mi memoria.
Han sido muchos los retos a los que me he enfrentado a lo largo de los años, todos ellos apasionantes; pero, sin duda, el de estar al frente de Iberdrola ha sido tremendamente enriquecedor desde el punto de vista personal y profesional.
Y ello es así tanto por el servicio esencial que proporciona Iberdrola como por la envergadura del proyecto y su capacidad para generar riqueza, empleo y, por tanto, ser motor de la economía, algo especialmente importante en estos momentos de crisis que estamos atravesando.
Ciertamente, trabajar en una de las mayores empresas del sector a nivel global y líder mundial en energía eólica es enormemente motivador y cada día me levanto ilusionado y con energías para seguir impulsando este gran proyecto industrial que ya tiene más de 110 años.
Tras echar la vista atrás, no puedo evitar acordarme de los miles de jóvenes que ahora mismo no ven con claridad un futuro. Europa y España pasan por un momento complicado, pero mi experiencia profesional me lleva a animarles a ser emprendedores, valientes y arriesgados, a luchar con fuerza por un proyecto en el que crean y a no olvidar que, con ganas e ilusión, pueden alcanzar todas las metas que se propongan.
En Iberdrola somos conscientes del problema y hemos impulsado desde hace años la contratación de jóvenes en su primer empleo, ofreciendo a la vez un interesante programa de becas. Seguiremos contando con todos ellos y ojalá puedan sumar sus talentos para propiciar el crecimiento de nuestra empresa.
Ellos representan el futuro, al que deben enfrentarse cada día con determinación, esencial para construir una sociedad mejor y más justa en la que podamos aspirar a cada vez mayores cotas de progreso y bienestar dentro de este mundo global. Solo entre todos saldremos de esta crisis, para lo que necesitamos incentivar a nuestros jóvenes a desarrollar sus carreras profesionales, a consolidar proyectos de vida y a ayudarles en la búsqueda de empleo. Dejar una sociedad mejor para las próximas generaciones es un reto en el que no podemos fracasar.