El plástico dura cientos de años, se descompone en pedazos muy pequeños que con frecuencia terminan en los océanos. De hecho, para 2050, los científicos estiman que el plástico en el océano superará en peso al pescado. Esta semana, a modo de escultura, cerramos el grifo de plásticos.
Cerca de 250 kilos de plásticos desechados salen como un chorro de agua descontrolado de la escultura medioambiental Giant Plastic Tap del artista canadiense Benjamin Von Wong en Lisboa, para reivindicar el uso del plástico mientras se celebra a pocos metros la Conferencia de los océanos de Naciones Unidas.
Con la colaboración de Cultura Inquieta, durante cuatro días un nutrido grupo de voluntarios y activistas medioambientales estuvieron trabajando de la mano para dar forma a esta instalación que aborda la raíz de la producción de plástico y busca alentar a los gobiernos, corporaciones e individuos a detener esta terrible inercia.
Esta obra de arte ha dado la vuelta al mundo, también formó parte este año de la quinta sesión de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente donde 1.500 delegados de 193 países diferentes firmaron una Resolución Global de Plásticos para luchar contra los plásticos.
La importancia de los océanos
Los océanos cubren el 70% de la superficie de la Tierra y son el hogar de alrededor del 80% de toda la vida en el mundo, convirtiéndolo en la biosfera más grande del planeta. Generan el 50% del oxígeno que necesitamos, absorben el 25% de todas las emisiones de dióxido de carbono y capturan el 90 % del calor adicional que generan dichas emisiones. No solo son «el pulmón del planeta», sino que además son el mayor sumidero de carbono, un amortiguador vital frente a los impactos del cambio climático.
Los océanos alimentan a una biodiversidad inimaginable y producen alimentos, empleo, minerales y recursos energéticos necesarios para que la vida en el planeta perdure y prospere.
La ciencia habla claro: los océanos se enfrentan a amenazas sin precedentes como resultado de las actividades humanas. Su salud y capacidad para preservar la vida solo empeorará a medida que la población mundial crezca y las actividades humanas aumenten. Si queremos abordar algunos de los problemas más significativos de nuestra época, como el cambio climático, la inseguridad alimentaria, las enfermedades y pandemias, la pérdida de biodiversidad, la desigualdad económica e incluso los conflictos y contiendas, debemos actuar ya para proteger el estado de nuestros océanos.