Llegar a casa, pulsar el interruptor de la luz y… otra vez se ha fundido la bombilla. Momento perfecto para que, progresivamente, empieces a cambiar todos los halógenos que aún tengas por su mejor alternativa: las LED. El invento de Thomas Edison de 1879 evoluciona casi 140 años después para hacer de nuestro planeta un lugar sostenible.
La cuenta atrás ya ha empezado. La Unión Europea prohibió su fabricación el pasado 1 de septiembre y la normativa afectará primero a los focos halógenos de las tiendas, ya que las bombillas empleadas en viviendas podrán seguir vendiéndose durante este 2018.
El principal motivo de esta medida es apostar por el desarrollo de una tecnología más eficiente y disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por la quema de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón), grandes culpables del cambio climático.
Ya no tendremos que hacer con tanta frecuencia el gesto manual de Raphael, pues la vida útil de una lámpara LED es 20 veces mayor a la del halógeno. Además de ser respetuosa con el medio ambiente, este tipo de lámparas permiten un ahorro energético del 80%.
Pero hablemos en cifras. ¿Realmente compensa pagar más por una bombilla? Hay que tener en cuenta de que se trata de una inversión a futuro. Su precio es más elevado, pero la recompensa se verá pronto. Una bombilla halógena de 60w presentaba un precio inferior a los 2€, mientras que su alternativa en LED oscila los 5€. ¿Cuándo se empieza a ahorrar? Las halógenas duran una media de dos años, mientras los LED tienen una vida estimada de más de 15. Conclusión: habría que comprar ocho halógenos antes de recambiar una LED, es decir, nos gastaríamos 16€ en halógenos en dos años frente a 5€ en una sola LED, sin valorar que el gasto en electricidad es mucho mayor en el caso de las primeras. En consecuencia, el ahorro se eleva a una media de 115 euros a lo largo de la vida de la bombilla, según la Comisión Europea.
La otra alternativa a elegir son las bombillas de bajo consumo. Sin embargo, gastan casi el doble de electricidad que una LED, tardan varios segundos en lucir al máximo y, lo más destacable, contienen mercurio, un elemento altamente tóxico, por lo que deben ser recicladas sí o sí en un punto limpio. Elijas lo que elijas, piensa en el medio ambiente. El fin de los halógenos puede ser una molestia a corto plazo, pero el planeta lo agradecerá en el futuro.