¿Te has parado a pensar alguna vez cuánto plástico generamos de manera inconsciente y el impacto que este tiene sobre nuestro planeta? En España, utilizamos de media unas 144 bolsas de plástico por persona al año y generamos alrededor de 23 kg. de residuos de este material, que tardan en degradarse entre 100 y 500 años.
En el mundo, las cifras son para temblar: se usan un total de cinco trillones de bolsas de plástico y cada año se vierten a los océanos unos 8 millones de toneladas de este material, cerca del 80% de los plásticos que se producen a nivel mundial, contaminando el ecosistema marino, poniendo en peligro la fauna y la flora de nuestros mares y, por supuesto, nuestra propia salud.
Por si esto no te ha impactado, ¿sabías que, en febrero de este año, en Cabo de Palos (Murcia) apareció varado en la playa un cachalote con 29 kg de plásticos en su estómago? ¿Y que en 2050 habrá más plásticos que peces en el océano? ¿o que existe una isla de microplásticos en el Pacífico con una extensión de 1,6 millones de kilómetros cuadrados?
Aún estamos a tiempo de revertir esta situación. Con la entrada en vigor del pago obligatorio por el uso de bolsas de plástico en comercios desde el 1 de julio de 2018, damos un pasito más hacia la lucha contra uno de los grandes males de nuestra sociedad, el cual, si no empezamos a poner remedio, será irreversible para las generaciones venideras y la salud de nuestro planeta.
Aunque se están empezando a tomar medidas como esta tasa disuasoria para usuarios y comerciantes, no deja de ser una iniciativa parcial que debe ser completada con otras para tomar mayor conciencia sobre el cuidado de nuestro entorno.
La Comisión Europea pretende erradicar los plásticos de un solo uso a corto plazo y en España se prohibirán las bolsas de este material en 2021, pero hasta entonces….¿no podemos hacer algo más? Por supuesto que sí y, como estamos convencidos de ello, tenemos que ponernos el traje verde y empezar a cambiar pequeños hábitos en nuestro día a día que tienen un gran impacto en el entorno. Por ejemplo, el uso de bolsas de tela para hacer la compra o la utilización de botellas de cristal para guardar zumos, agua, leche o cualquier bebida, las cuales pueden lavarse, reutilizarse y no suponen ningún riesgo contra el medio ambiente. Así mismo, la utilización de recipientes de cristal para conservar la comida y empezar a reducir el uso de envases innecesarios en la industria alimentaria intentando comprar alimentos a granel.
¿Vas a esperar a que sea demasiado tarde para actuar?