* Autor: Rodrigo López Álvarez *
Hoy, 5 de Junio, es el Día Mundial del Medioambiente.
Como todos los años, es una ocasión perfecta para pararnos unos minutos a reflexionar sobre el impacto que nuestras acciones tienen sobre el planeta. Tendremos la tentación de pensar que nada de lo que podamos hacer pueda significar un cambio relevante, que no tenemos nada que aportar… pero no es verdad. Tal vez no tengamos la capacidad de dictar políticas ambientales o de salvar una especie en extinción, pero debemos tener algo muy claro: si queremos cambiar algo, debemos empezar por nosotros mismos.
Las pequeñas acciones y los gestos cotidianos son los que nos definen, los que nos hacen ser como somos. Cada día tenemos la oportunidad de demostrar a la gente que nos rodea, familiares y amigos, nuestro compromiso con la naturaleza. Cuando coges la bici o el transporte público en lugar del coche para ir a trabajar o cuando apagas la calefacción y todas las luces al irte de fin de semana, estás consiguiendo tres cosas: ahorras energía, cuidas del planeta y lo más importante, estás lanzando un mensaje a la gente que te rodea.
De este modo, grano a grano, en nuestro día a día, es como la eficiencia energética debe abrirse camino para lograr transformar la sociedad de consumo actual en una sociedad de consumo responsable y sostenible. Date una ducha en vez de un baño, usa el aire acondicionado con moderación, y cuando vayas a comprar un electrodoméstico, estudia con atención las etiquetas energéticas.
Recuerda: “La Tierra no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos” (proverbio hindú). El compromiso de cuidarla y aprovechar sus recursos de manera sostenible y responsable es el único modo de honrar este generoso préstamo. Y es un compromiso de todos, en la medida de nuestras posibilidades.