* Autor: José Luis Díaz Mancebo *
En primer lugar quiero que quede claro que no soy el protagonista de esta historia, sino un eslabón más de una cadena que empezó antes de que yo naciera.
El 6 de enero de 1962 debuté en el festival de Reyes de Compañía Electra Madrileña, cuando apenas tenía tres meses de edad. El reparto de regalos se hacía entonces en la calle Aduana y en aquella época se entregaban juguetes hasta que cumplíamos los doce años, así que mi último año en el bando de los niños fue 1974.
Eran años de escasez y el día de Reyes en las casas no había tantas cosas como ahora. Lo que nos hacía ilusión era recibir el juguete de manos de los Reyes Magos, que además solía ser la sensación del momento: Mecano, tren eléctrico de Jyesa, Radio Patrulla Rico, Gran Circo de Jecsan…
Cuando me levantaba, lo que de verdad me apetecía era ir a por el juguete de los Reyes (de niño no sabes que es por medio de la empresa de tu padre). Nunca supe de antemano qué regalo me iban a dar, lo que hacía aún más especial el momento. Ahora, muchos niños conocen ya lo que les vamos a regalar, pero, a juzgar por sus caras, tienen exactamente la misma sensación que tuve yo en su día.
En 1984 comencé a trabajar en Hidroeléctrica Española, pero no fue hasta 1989 cuando empecé a colaborar en el Festival de Reyes de la mano de Andrés Albarracín, Antonio Ortiz y Jose Luis Fernández, que eran parte de la Junta Directiva del Grupo de Empresa de Distribución Centro.
El festival de Reyes actual es la continuación de aquel en el que en 1962 recibí mi primer regalo. En 1972 se cambió la sede al cine Vergara, diecisiete años después -en 1989- se trasladó al cine Cid Campeador, en 2009 se celebró en el hotel Sanvy y desde 2010 se celebra en el hotel Velázquez.
Quiero que este texto sirva de homenaje a todas aquellas personas que, al menos desde 1960, vienen haciendo “magia” todos los 6 de enero para que nuestros hijos celebren su fiesta de la ilusión.