Desde mi llegada a la Fundación Iberdrola hace cinco años, como responsable del Área de Arte y Cultura, he tenido el privilegio de poner en marcha 16 proyectos de iluminación.
Todos ellos han sido proyectos singulares por tratarse de iglesias, torres, mezquitas, edificios o puentes con la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) por su valor histórico y artístico. Además, todos ellos tienen una característica común, la utilización de la tecnología más moderna y sostenible en iluminación, la tecnología LED.
Antes de compartir alguna de estas experiencias quizá resulte necesario aclarar que es la iluminación LED. Un LED (Light Emitting Diode) es un pequeño chip de material semiconductor que cuando es atravesado por una corriente eléctrica emite luz sin producir calor ni radiación ultravioleta.
Hablar de LED es hablar de ahorro por su bajo consumo, ya que mejora en un 75% la eficiencia de la iluminación convencional; su vida útil de 50.000 horas (frente a las 8.000 horas tradicionales) reduce al mínimo su mantenimiento y la producción de residuos. Por último, su eficiencia energética tiene una ventaja ambiental: la reducción de emisiones de CO2.
Volviendo a los proyectos, el más reciente, inaugurado hace apenas unas semanas ha sido la iluminación del Pórtico de los Leones del Congreso de los Diputados, que ahora brilla con luz propia gracias a un cuidadoso diseño que ha sabido combinar LED de luz blanca fría y cálida, creando una iluminación suave que destaca los elementos arquitectónicos más significativos de este edificio neoclásico del siglo XIX.
Fue muy emocionante el momento del encendido “oficial”, tanto por su relevancia como por lo que representa el propio edificio. Los nervios estaban presentes, ¡que todo saliera bien!, que todas y cada una de las luminarias se encendieran según la secuencia prevista y que la Ley de Murphy no hiciera acto de presencia. Como no podía ser de otra forma, salió de maravilla y el resultado superó todas las expectativas.
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En esos momentos me gusta observar las caras de los presentes y escuchar sus comentarios, como el de la señora que al pasar y toparse con la inauguración dijo: “¡qué preciosidad! ¿No lo apagarán después de Navidad, verdad?”. O el grupito de turistas que alababan la belleza y dignidad de los leones Daoiz y Velarde que flanquean la escalinata central mientras hacían cola para fotografiarse junto a ellos.
Sorpresa, admiración y alegría son quizá las palabras que mejor definen la reacción de vecinos y visitantes cuando observan por primera vez el resultado de nuestros proyectos de iluminación. Siempre digo que iluminar lo puede hacer cualquiera, basta con tirar un cable y colocar un foco, pero iluminar artísticamente, evitando las estridencias de luz y permitiendo apreciar los detalles singulares del elemento en cuestión, no lo hace cualquiera.
Nuestros proyectos son fruto de un riguroso estudio previo que busca dar solución y anticipar las necesidades de la gente, ajustándose a los diferentes usos que de la iluminación pueda hacerse, pero siempre partiendo del respeto a la integridad del patrimonio y del criterio de reversibilidad de la instalación.
No siempre los proyectos de la Fundación son tan relevantes como el mencionado, pero absolutamente todos se tratan con el mismo mimo y cariño porque para sus feligreses, vecinos o visitantes se trata de su bien más querido y preciado. Me viene a la mente el primer encendido del Altar Mayor de la iglesia parroquial del Campo de Peñaranda, en Salamanca, pequeño municipio de poco más de cuatrocientos habitantes. Ese día, la iglesia estaba a rebosar de vecinos, párrocos, alcaldes, periodistas y representantes de diferentes instancias de la Administración, todos sumando por un objetivo común, la conservación del patrimonio. Cuando el retablo se iluminó todo el mundo comenzó a aplaudir. Por fin el sueño se había hecho realidad y el retablo se mostraba en todo su esplendor. “Es la primera vez que consigo ver las tablas superiores del retablo porque, a pesar de su restauración, las pinturas no se veían bien”, nos decía muy orgulloso un vecino ya jubilado.
En algunos casos, hemos diseñado iluminación con cambios de color, efectos dinámicos y variedad de programaciones que den apoyo a las distintas actividades socioculturales que se desarrollen en su entorno. Este es el caso del proyecto realizado en la Mezquita del Cristo de la Luz, en Toledo. La tecnología permite incluso que el encendido pueda programarse desde un ordenador, teléfono móvil o tablet.
Otros proyectos de iluminación que merecerían ser contados son los de la Colegiata de Toro, en Zamora, la Basílica de El Escorial, en Madrid, el Oratorio de San Felipe Neri, en Cádiz, o la Torre de la Iglesia de Santo Tomé, en Toledo, entre otros. O los que actualmente están en curso, el Puente Romano de Alcántara, la Iglesia Parroquial de El Juncal, en Irún, la torre campanario de El Fadrí, en Castellón, etc. pero lo dejaremos para mejor ocasión.
Quisiera terminar invitándoos al paseo nocturno para disfrutar con más intensidad de estos monumentos, tantas veces testigos mudos de nuestra historia.