Iberdrola regresa a San Pedro de la Nave 84 años después

El Campillo

* Autora: Carmen Recio *

La iglesia de San Pedro de la Nave (El Campillo, Zamora), construida en el siglo VII-VIII, a muchos nos resulta familiar y recordamos su foto de nuestros libros de texto, donde figuraba como uno de los escasos y mejor conservados ejemplos de arquitectura visigoda. Es más, no hace ni dos meses me sorprendí al verla de nuevo en el libro de Geografía e Historia de mi hijo.

Entrar en San Pedro sobrecoge, y no por su tamaño precisamente, sino por la belleza de su arquitectura, los relieves de sus frisos y capiteles. Su iconografía ha sido objeto de numerosos estudios y resulta muy curiosa, por ejemplo, en uno de los capiteles, donde puedes ver representado a San Pedro pero no portando la llave -símbolo al que estamos acostumbrados-, sino una cruz y un libro; identificas que es San Pedro porque su nombre está esculpido en el mismo capitel.

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Observar la iglesia de San Pedro es admirar la maestría de quien hace casi mil trescientos años esculpió frisos y figuras que se conservan hoy prácticamente intactas. Toda una belleza.

En la España de los años 20, la necesaria modernización debía vincularse al desarrollo industrial y tecnológico en el que la disponibilidad de energía eléctrica era esencial. En este sentido, San Pedro de la Nave está indisolublemente ligada a la historia de Iberdrola, en concreto al desarrollo del aprovechamiento hidroeléctrico de Ricobayo.

Precisamente, la problemática y solución del aliviadero de Ricobayo (1934) sigue siendo hoy en día caso de estudio en las ingenierías de todo el mundo. Tuve oportunidad de presenciar la recreación que de este aliviadero se realiza en el laboratorio hidráulico que se conserva junto a la central, instalación que recibe numerosas visitas.

Y volviendo a la iglesia, decir que San Pedro de la Nave estaba ubicada en la margen izquierda del río Esla, justo en la zona que debía quedar sumergida bajo las aguas una vez se llenara el embalse.

Para evitar la desaparición de San Pedro, en 1930 Saltos del Duero, hoy Iberdrola, asumió su desmontaje y traslado piedra a piedra a su ubicación actual en El Campillo, Zamora (distante unos 12 km de su emplazamiento original). Se aseguró de que se llevara a cabo con todas las garantías posibles e invirtió en ello una suma considerable para la época, cien mil pesetas.P1090440

Resultó un hito sin precedentes y su éxito se debió a la meticulosidad y rigor con los que el arquitecto designado por la Administración, Alejandro Ferrant, dirigió los trabajos.

Todo lo relativo al traslado estuvo salpicado de polémica, incluso de alarma social, desde la forma en que éste debía realizarse hasta su lugar de destino. El Archivo Histórico de Iberdrola, junto a la presa de Ricobayo, atesora y salvaguarda documentación de la época y reconozco mi incredulidad al leer allí alguna de las propuestas que en su día se plantearon para salvar San Pedro como, por ejemplo, que se rodeara la iglesia con un dique que la protegiera de las aguas (sin olvidar que el templo quedaría sumergido 35 metros) o aquella otra de hacer una plataforma de hormigón armado por debajo de los cimientos de la iglesia y luego colocar balsas laterales capaces de hacer flotar el conjunto cuando el embalse se llenara y así desplazar la iglesia hasta la orilla.

Hay que conceder que fantasía no faltaba, pero afortunadamente se impuso la solución más viable técnica y económicamente hablando.

Y ahora, 84 años después, Iberdrola a través de su Fundación regresa a San Pedro de la Nave. Lo hace en el marco del Plan Románico Atlántico en el que colabora con la Junta de Castilla y León y la Secretaría de Estado de Cultura de Portugal en la recuperación y puesta en valor de un conjunto de iglesias en el área de influencia del río Támega.

Más allá de la mera restauración que muchos pudieran pensar, esta intervención se centra además en la puesta en marcha de un nuevo plan de gestión del edificio, a la vez que se potencia la imagen del templo.

Actualmente se encuentra en plena construcción lo que será el centro de recepción de visitantes, que contará además con un área expositiva donde se mostrarán las estelas romanas que actualmente se apilan en la iglesia.

En una segunda fase se actuará sobre las cubiertas de la iglesia para resolver las filtraciones actuales, se renovarán las carpinterías, se mejorará el drenaje de la cimentación y se le dotará de un sistema de iluminación eficiente y acorde a las características del templo.

Mientras tanto, se siguen recogiendo los datos que suministran los sensores instalados según el Sistema de Monitorización del Patrimonio, desarrollado por la Fundación Santa María la Real, que aporta al proyecto su conocimiento y experiencia en restauración del Románico.

Previsiblemente, las obras terminarán a mediados de año, por lo que no me queda más que invitaros a todos a reservar un fin de semana para visitar San Pedro de la Nave y disfrutar de la belleza de esta obra de arte: pequeña por su tamaño y grande por su valor como documento de la historia del arte arquitectónico español.

Autora: Carmen Recio
Bio: me incorporé a Iberdrola en 1985, en Madrid, en funciones relacionadas con el área Comercial. En 1992 pasé a la Dirección de Medio Ambiente, organización que me ha permitido adquirir conocimientos y experiencia en un aspecto esencial en la actividad de la empresa, el ambiental. Desde noviembre de 2009 formo parte del equipo de la Fundación Iberdrola como responsable de las áreas de Arte y Cultura y Biodiversidad.