* Autor: Juan Bogarra Macias *
Aquel 14 de enero de 2013 fue una fecha memorable para mí: aterricé en Barrow In Furness (Cumbria, Reino Unido). Como otros tantos compañeros en situaciones similares, dejaba atrás mi país, mi familia y mis amigos. En mi equipaje, además de la nostalgia y los recuerdos, venían altas expectativas, ganas e ilusión por el conocimiento de una nueva realidad y un nuevo proyecto: el desarrollo del parque eólico marino de West of Duddon Sands.
He encontrado eso y más. A pesar de las inclemencias del tiempo en estos lares, el recibimiento del equipo de ScottishPower y de nuestros socios de Dong Energy fue cálido. A partir de aquí, no he dejado de aprender nuevas formas de trabajar, de hacer, de asimilar conceptos para después unirlos con mi anterior experiencia en gestión de proyectos y empezar a ser proactivo, ayudar, apoyar a la joint venture (ScottishPower Renewables y Dong) en el desarrollo del parque.
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Este es un proyecto de muchas primeras veces. En junio de 2013 vimos cómo el barco llamado Pacific Orca instalaba la primera cimentación; el 27 de septiembre el Sea Installer montaba el primer aerogenerador; en noviembre la subestación marina ya estaba a punto de energizarse; en enero de este año energizábamos el cable del circuito rojo; y, poco después, el día 16 de enero de este 2014 a las 12:06 horas, el aerogenerador F10 vertía los primeros kilovatios a la red británica. Fuimos testigos del resultado de un esfuerzo en equipo. Éste es uno de esos momentos en que todo se para y por unos segundos se siente satisfacción por el resultado del trabajo intenso de cada día.
A lo largo de la fase de construcción del parque he tenido la oportunidad de conocer de primera mano los trabajos de instalación de la piedra de protección contra erosión, de los monopilotes y piezas de transición, del cable, de los aerogeneradores, etcétera. Allí, en medio del Mar de Irlanda, subido en cada uno de los barcos, uno se da cuenta de lo que tiene entre manos, de las tremendas dimensiones de este tipo de proyectos y de las circunstancias climatológicas adversas por las que hay que atravesar hasta conseguir los objetivos. La experiencia no tiene precio. 
Hace algunos años, visité una exposición sobre la historia y las características de una central hidroeléctrica. La multitud de fotografías en blanco y negro de hombres y mujeres mostraban a aquellas personas en las tareas de la construcción de la planta. Pensé entonces que aquello formó parte no solo de la historia de la empresa, sino también de la historia de sus propias vidas. Así me siento hoy: parte de la historia al haber podido participar en la construcción del primer parque eólico marino de Iberdrola y también el primero de una compañía española.
Sólo me queda agradecer esta oportunidad a Iberdrola, al equipo de ScottishPower y Dong y, sobre todo, a mi mujer, Patricia, por apoyarme incondicionalmente en los devenires del destino.
