* Autor: Borja Rodríguez García-Prieto *
Los proyectos los hacen las personas. Por supuesto, son necesarias las herramientas oportunas, pero para conseguir llegar al objetivo común de finalizar un trabajo hace falta una gran implicación personal.
Ahora que el proyecto de la central de ciclo combinado Koudiet Eddraouch llega a su fin y nos toca reflexionar, conviene no perder de vista lo fundamental. Uno se puede dejar llevar fácilmente por la magnitud de las cifras manejadas para instalar esta planta: tres monoejes de 400MW, una plataforma marina de 20.000 metros cuadrados, cuatro tanques de 15.000 metros cúbicos, una subestación eléctrica de 400 kilovoltios, la construcción de una carretera de acceso, tres puentes metálicos modulares para cruzar tres ríos y permitir el transporte de los equipos pesados (de más de 350 toneladas) hasta el emplazamiento, cuatro tuberías de toma de agua de mar submarinas de más de dos metros de diámetro y 500 metros de longitud cada una, etc.
Pero todo esto no hubiera sido posible sin el gran capital humano que ha trabajado en el proyecto del ciclo combinado de Koudiet Eddraouch, desde los centros de Madrid y Bilbao -donde se origina la ingeniería y se gestionan las compras-, pasando por nuestras oficinas en Argel -en relación directa con el cliente y los organismos oficiales- y por las de Annaba -centro de operaciones logísticas con el puerto del mismo nombre-, hasta llegar al núcleo donde se hace realidad el proyecto, que es a pie de obra: Koudiet Eddraouch.
Me gustaría destacar el esfuerzo personal realizado por cada uno de los que hemos participado en este proyecto, pero sobre todo hay que hacer hincapié en las personas destinadas a Koudiet Eddraouch que, debido a las condiciones de seguridad, han tenido que permanecer en turnos de rotación de varias semanas dentro de la base de vida en la planta. Por eso, es de agradecer la dedicación de todos ellos y la paciencia de sus familias.
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Por lo demás, las dificultades no han sido pocas, empezando por la seguridad requerida (escoltas para desplazamientos, perímetros de seguridad, planes de evacuación, etc.), donde gracias a la intervención de la Dirección de Seguridad Corporativa de Iberdrola nos hemos sentido protegidos en todo momento; continuando por el idioma –francés-, en un mundo cada vez más anglófono; y pasando por la adaptación a una cultura diferente y a un país con un enorme potencial que se encuentra en un estado de transición.
Mi experiencia personal en el proyecto ha sido muy positiva, si bien es cierto que he pasado momentos difíciles en los que se han desafiado mis capacidades de resolución de conflictos y problemas y se han rondado los límites de la paciencia. Pero, finalmente, todo ha resultado una experiencia que te hace mejor profesional y, por qué no, mejor persona. Trabajar codo con codo con personas de distintas nacionalidades, con distintos idiomas y distintas culturas, puede ser difícil y requiere gran capacidad de adaptación, pero es precisamente en esa dificultad donde se genera la mayor riqueza.
No en vano, en cuanto a las dificultades de este proyecto, ya he oído a varios de mis compañeros decir que “después de Koudiet, cualquier otra cosa parece más fácil”. Por lo tanto, me quedo con un balance positivo: conocer un país con un gran potencial, descubrir una cultura diferente, haber logrado una forma distinta de ver muchas cosas… pero, sobre todo, haber trabajado junto a un grupo de gente excepcional. Porque, al fin y al cabo, los proyectos los hacen las personas.