* Autor: Elías Rodríguez Martín *
Me llamo Elías Rodríguez y soy el responsable de Química de los Servicios Técnicos de Generación Térmica de Iberdrola. Como os podéis imaginar, gran parte de mi trabajo gira en torno al CO2, tanto para reducir su producción como para utilizarlo como materia prima en otros procesos.
Todos conocemos a través de las noticias las consecuencias de las emisiones de CO2, ya que, según las evidencias científicas, su presencia en cantidades excesivas en la atmósfera propicia el llamado efecto invernadero, con los impactos negativos que pueden acarrear para el planeta. Sin embargo, hasta el CO2 tiene una cara amiga, aunque muy pocos la conocen, por eso hoy me gustaría hablaros de ella.
Cierto es que lo mejor para prevenir el cambio climático sería generar menos cantidades de este gas, bien con el mayor uso de tecnologías limpias, como las renovables, bien con un consumo energético más racional y unos procesos más eficientes. Sin embargo, una mejora significativa en este sentido tampoco podrá evitar que haya cierta generación de CO2, por lo que es de gran importancia seguir investigando sobre qué hacer con ello. 
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) recomienda que este gas sea capturado y almacenado, pero la realidad es que estos procesos están aún en una fase muy incipiente y deben enfrentarse, además de a los propios retos tecnológicos, a los problemas de los procesos poco maduros, es decir, a la falta de competitividad de sus costes. Entonces, ¿qué se puede hacer con el CO2? Y es aquí donde explorar las posibilidades de usarlo como materia prima abre las puertas a unas grandes expectativas de futuro.
Probablemente a muchos de vosotros os sorprendería saber cuánta presencia tiene ya el CO2 en vuestras vidas. Y es que lo podemos tener en las aguas minerales, en bebidas (cerveza o Coca-Cola), en la conservación de alimentos en atmósfera modificada (vegetales de cuarta gama), en usos medicinales, en el campo de la electrónica, en la limpieza de la ropa, en la extracción de la cafeína, etcétera.
Para seguir avanzando en el desarrollo de nuevas utilizaciones industriales sostenibles del CO2, existen varios proyectos en marcha. Uno de ellos es el CENIT SOST-CO2, una iniciativa público-privada financiada en casi el 50% por el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), en el que Iberdrola ha colaborado como único representante del sector eléctrico en este proyecto, con el segundo presupuesto más alto de todos los participantes. Nuestros objetivos en este trabajo se encaminaban a aprovechar esta materia proveniente de los gases de combustión de nuestras centrales para el tratamiento de las aguas de refrigeración de las instalaciones térmicas, para su uso en fertilización carbónica en invernaderos y para el control del macrofouling, un problema creado fundamentalmente por los mejillones marinos (mytilus galloprovinciales y mytilus edulis), y por el mejillón cebra (dreissena polymorpha) en aguas dulces , y que afecta a la eficiencia de gran número de centrales.
Sin embargo, el alcance del CENIT SOST-CO2 ha sido mucho más amplio, abarcando todo tipo de ámbitos industriales, desde los nuevos materiales hasta el tratamiento de aguas y la alimentación. Esta colaboración se ha materializado en la obtención de resultados de alto impacto científico y de clara aplicación industrial a gran escala. Además, esta iniciativa ha comportado la creación de más de 80 nuevos puestos de trabajo en investigación, el desarrollo de 25 productos nuevos y nueve patentes nuevas, además de numerosas publicaciones y tesis doctorales desarrolladas en el marco del mismo.
Como podéis ver, la comunidad científica está fomentando ampliamente el uso sostenible de este gas, e Iberdrola no se quiere quedar atrás. En Generación Térmica estamos aplicándolo en nuestras plantas, siempre que es posible, para sustituir ácidos inorgánicos como el sulfúrico o el clorhídrico y participamos en nuevos proyectos para conseguir reducir el impacto del inevitable CO2 proveniente de los gases de combustión.
Tenemos la oportunidad de optimizar los usos de la energía y de encontrar aplicaciones sostenibles del CO2 que sean un gran complemento a la captura y almacenamiento. El camino es largo, pero el fin bien se merece el mayor de los esfuerzos: aportar algo más que un granito de arena al control del efecto invernadero y, por tanto, del cambio climático. Entre todos podemos.
