“¿Vaughn, no has pensado en jubilarte?” Si tuviera que contar las veces que me han hecho esta pregunta, no tendría dedos suficientes. ¿Mi respuesta? No, mientras pueda seguir desempeñando mi trabajo.
Mi nombre es Vaughn Bridges y esta es la historia de mi vida. Una historia que comienza hace algo más de cinco décadas, cuando decido formar una familia y arrancar mi carrera profesional en Central Maine Power. Hoy, tengo cinco hijos, varios nietos, una mujer maravillosa, y soy el trabajador más veterano de mi empresa.
He recorrido un largo camino, y os aseguro que las cosas han cambiado mucho desde entonces. No dejo de sorprenderme cuando echo la vista atrás y veo lo fácil que lo tiene la gente ahora. Para que os hagáis una idea, en aquella época las facturas mensuales de los clientes se calculaban a mano y se escribían en papel. No solo eso, sino que las oficinas de Rockland y Bucksport compartían calculadora, así que alguien tenía que ir a Bucksport a llevar la calculadora para que se pudieran hacer las facturas. Hoy todo es mucho más sencillo, y haber vivido todos los cambios derivados de los avances tecnológicos que han tenido lugar en estos 53 años es algo maravilloso.
Corría el año 1958 cuando empecé trabajando como aprendiz de lector de contadores y, desde entonces, a pesar de que he ido cambiando de puestos e incluso de áreas de trabajo, mi ética laboral siempre ha sido la misma: levantarme con ilusión todos los días de mi vida, porque considero que tener un puesto de trabajo y la oportunidad de trabajar es un auténtico privilegio. Sobre todo si, como en mi caso, eres un hombre afortunado y cuentas con el apoyo de la familia a pesar de las dificultades de estar fuera de casa y de trabajar muchas horas bajo condiciones meteorológicas adversas.
Durante muchos años trabajé como conserje de las oficinas de Bucksport, sin duda el mejor trabajo que he tenido nunca. Por aquel entonces ganaba 20 dólares a la semana por suministrar material y, aunque era un trabajo que no quería nadie, a mí me apasionaba y ahora forma parte de mis mejores recuerdos. Estas oficinas se empleaban como centro de formación, y siempre me he sentido orgulloso de que los auditores dijeran que era la oficina mejor gestionada de toda la empresa.
Me dio mucha pena cuando cerraron Bucksport, pero enseguida empecé una nueva etapa con mi traslado al Belfast Service Center. Aquí comencé instalando y probando contadores monofásicos y polifásicos, y pronto me convertí en técnico/instalador de contadores de primera clase. En el año 1999, ocupé el puesto de técnico de servicio de segunda clase, mi trabajo actual. En el Belfast Service Centre tengo a mi segunda familia. Siempre hemos trabajado en equipo y estamos muy unidos a pesar de las varias reorganizaciones corporativas y las distintas fusiones por las que hemos pasado.
Dicho todo esto, si además tuviera que desvelar el secreto de estos 53 años trabajando en Central Maine Power, la respuesta sería que me gusta mi trabajo, me gusta lo que hago, y me gusta la gente que me rodea. Estos son los motivos por los que tantos años después me sigo levantando con ilusión cada mañana y no se me pasa por la cabeza la idea de jubilarme. Cuando no pueda seguir desempeñando mi trabajo y alguien tenga que llevarme a cuestas, me imagino que se habrá acabado mi tiempo aquí. Hasta entonces, seguiré dando guerra.