La cigüeña blanca y las instalaciones eléctricas en España: diez años y una solución

4.Proyectos avifauna Extremadura

* Autor: Javier Goitia *

La vieja adivinanza española “Mis patas rojas, mi pico largo y hago mi casa en el campanario” comenzó a dejar de ser certera y de canturrearse en las escuelas cuando en los años sesenta del siglo pasado, al mismo ritmo que miles de campesinos dejaban sus pueblos para ir a vivir a las ciudades, las líneas eléctricas de distribución comenzaban a extenderse por campos y eriales.

En esa época, no solo el campo experimentó un cambio radical, sino que como reacción a tantos cambios, la eterna cigüeña empezó a decaer hasta el punto de que hacia 1984 se pensó que podría llegar a estar bajo peligro de extinción.

Pero hete aquí que, cuando ya se preparaban funerales, repentinamente la especie reaccionó y comenzó a medrar. Muy pronto, las jóvenes parejas descubrieron un nuevo tipo de “sustrato” que sus padres no habían tenido: ¡las torres y las subestaciones eléctricas!. Estas instalaciones parecían estar hechas justamente para acoger los primeros nidos de las torpes parejas recién juntadas.

Por si fuera poco la existencia de todas estas nuevas ‘casas disponibles’, otro proceso derivado del avance social vino a reforzar la suerte de esta especie: millones de hogares dejaban de quemar la basura diaria y a lo largo de comarcas y valles se abrían cientos de vertederos donde llegaban continuas remesas de alimentos ‘sabrosos’ para las cigüeñas.

Esta abundancia de comida fue la culpable de que por aquélla fecha dejara de cumplirse otro refrán, si cabe más conocido: “Por San Blas, la cigüeña verás y, si no la vieres, año de nieves”. Estas dos circunstancias multiplicaron en ocho o diez años por tres o cuatro el contingente de cigüeñas, que pronto dejaron la lista de animales amenazados.

Pero en este mundo los equilibrios son difíciles y la felicidad tiende a no durar mucho. Para mediados de los noventa, las cigüeñas eran ya un problema importante para las compañías eléctricas y para los numerosos núcleos rurales, que se quedaban sin suministro cada vez que los numerosos colonos o sus inquietas proles movían un palito del nido. 

El problema era nuevo y las infinitas soluciones técnicas que se iban aplicando se mostraban, cuando no inútiles, peligrosas para las aves y para nuestros empleados. Desde Iberdrola apostamos por apoyar la idea que nos transmitieron dos profesores zamoranos, Pedro y Ángel, que solo necesitaban un escenario para realizar sus pruebas a escala real.

Ellos habían comprobado que los pájaros pequeños seguían con pasión a sus pollitos si alguien los robaba de su nido. Los padres no solo abandonaban la casa, sino que se olvidaban totalmente de ella y su objetivo era completar la cría de sus retoños.

Casi diez años nos costó rematar un precioso proyecto de nuestra serie “MASVERDE”, que denominamos pomposamente “Proyecto piloto de la cigüeña blanca”. Una iniciativa así tiene que ser llevada a cabo por personas muy motivadas y con una gran fe. Los problemas legales y administrativos, los sanitarios (¿os acordáis de la gripe aviar?), la logística, los permisos para cortar el servicio, los de medio ambiente para manipular y anillar los animales… Fueron infinitos los obstáculos a superar.

Comenzamos en Zamora eligiendo un solo nido y analizando cuándo se ponían los huevos y cuándo levantaba el cuello un cigoñino por primera vez. Luego construimos un complejo carricoche para crear un nido nuevo y alejarlo más y más del nido viejo.

La emoción de los primeros éxitos se vio aumentada en Extremadura, donde llegamos a manejar casi cien nidos. Pronto cambiamos el carricoche por un diseño propio de nido y poste que llamamos “kabi” y enseguida encargamos a un fabricante otro de varios pisos que llamamos “hotel”.

Seleccionábamos los ejemplares, controlábamos su crecimiento, pedíamos permisos para implantar «kabis» y «hoteles» y esperábamos con emoción los días de finales de mayo cuando, con tanta celeridad como cuidado, había que subir a los nidos, biometrar y tomar muestras de los pollos. El procedimiento funcionó siempre, aunque hacíamos guardia hasta el anochecer para comprobar que no hubiera rechazos.

Los padres desahuciados de sus antiguos nidos no solo cuidaban con primor a sus pollos, sino que los años siguientes volvían al “kabi” o al “hotel” en que les habíamos dejado. La mayor alegría llegó en 2008, cuando se pudo comprobar que un pollo nacido en una de nuestras instalaciones, tres años después y siendo ya buen mozo, traía a este lugar una preciosa cigüeña.

Autor: Javier Goitia
Bio: Soy Ingeniero Técnico de Obras Públicas y Geógrafo, creo que uno de los más antiguos titulados de Iberdrola. He trabajado en diferentes áreas: desde la planificación al diseño técnico y desde la operación de centrales nucleares y térmicas hasta la ordenación territorial y el medio ambiente.