Lo que menos podría imaginarme es que mi vocación, mi hobby y mi deporte se convertirían en una materia tan útil para mis compañeros de trabajo y que todo lo aprendido por los circuitos, rallyes y raids a lo largo de más de 25 años de competición iba a ser tan bien recibido en mi entorno laboral.
Antes de ingresar en Iberdrola ya tenía varias estanterías llenas de trofeos y copas conseguidas en carreras regionales como copiloto. Utilizaba mis horas de ocio y mis vacaciones para participar en carreras y entrenar y, poco a poco, empecé a ganar campeonatos serios y las marcas de coches se empeñaban en incorporarme a sus filas, circunstancia que era incompatible con mi profesión.
Debo de reconocer que muchas veces dudé y me planteé si podría dedicarme de lleno al motor, pero tenía claro que la seguridad laboral era un factor determinante, y más en estos tiempos. A medida que la espalda me empezaba a doler y las canas afloraban, fui levantando el pie de mis apretados calendarios de carreras y espaciando mis participaciones activas, decisiones que no me impidieron participar en el Dakar de 2006, y vivir una gran experiencia.
Mientras, yo seguía al pie del cañón en el departamento de Gestión Documental de Iberdrola. Eso sí, en cuanto salía de la oficina, no podía evitar que mi mente se llenase de octanos y diese rienda suelta a mi pasión escribiendo artículos, colaborando en medios o impartiendo cursos de conducción avanzada, de pilotaje o de 4×4. Todas estas habilidades las adquirí gracias a varios años como monitor de los equipos españoles que, año a año, defendían nuestros colores en aquellos Camel Trophy y participando en la organización del “Sahara Aventura”, una prueba en la que colaboro año a año, junto a un grupo de románticos aventureros como yo.
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Lo que no me imaginaba jamás es que iba a poder desarrollar esa pasión en mi empresa. La casualidad es muy importante en la vida y un buen día llegó a mí, al igual que a muchos compañeros, un cuestionario de Seguridad Vial. Como yo no me callo ni debajo del agua, ignorando los consejos de mis amigos que me decían “¡qué ganas tienes de meterte en charcos!”, me metí y envié al Servicio de Prevención de Riesgos Laborales una relación de puntos que consideraba mejorables.
Apenas pasaron unos minutos y vinieron a verme. ¡Qué susto! Me interrogaron de manera cariñosa sobre mis antecedentes viales y tardé lo justo en ser fichado para hacer exactamente lo que más me gusta en la vida: enseñar y mejorar todo lo relativo a la conducción segura de un vehículo. Desde entonces imparto cursos en esta materia entre los empleados de Iberdrola.
¡Ni os imagináis la cantidad de puntos que tienen en común la competición y la seguridad vial! Daos cuenta de que las carreras las gana el que más se acerca al borde del abismo sin caerse.
¡Y aquí me tenéis! Por fin convencido de que en Iberdrola existe la posibilidad de crecer aportando todo lo que uno sepa y para ello solo tienes que darlo a conocer.
Os aseguro que tengo más de tres habitaciones en mi casa donde no me caben copas y trofeos, pero también os garantizo que el mayor premio, hoy por hoy, es el que recibo cuando alguno de mis alumnos me llama para decirme que ha evitado un percance gracias a mis consejos.