De soldador en Gijón a recorrer el mundo como inspector en las centrales eléctricas

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* Autor: Javier Barreiro Fernández *

Mi historia en el sorprendente mundo de los ensayos no destructivos comienza en el verano de 2002. Al terminar los estudios de soldadura y calderería, emprendí mi carrera laboral como ayudante de soldador en un taller de calderería pesada de Gijón.

Desde el instituto me gustaba la idea de ser un buen soldador, pero una mañana calurosa de agosto todo cambió: estaba en el taller cuando sonó la campana y nos dijeron que no podíamos bajar a trabajar hasta que el radiólogo terminara su trabajo. A la mañana siguiente el radiólogo regresó y, después de realizar su trabajo, no pude contener más mis dudas y le pregunte qué hacía. Con un gesto sonriente, me dijo: “radiografías, guaje”.

Ante mi cara de perplejidad, me explicó que la radiografía industrial forma parte de unos métodos de inspección denominados ensayos no destructivos (END). Y eso, ¿qué es? Pues “ciertas pruebas que se hacen a una pieza para verificar su calidad o su estado, sin que se dañen o inutilicen”. Con esta frase empezó todo.

Me interesé cada vez más por descubrir cómo eran esos controles, qué se hacía para estar seguros de que los procesos de fabricación salían con buena calidad y, sobre todo, para tener la seguridad de que esas soldaduras y esos materiales no tuvieran fallos en un futuro en las plantas en los que se iban a instalar. Empecé a entender el alcance y la responsabilidad de estos análisis y decidí que quería formar parte de ese mundo.

Al finalizar el verano, dejé el taller y empecé a trabajar en una empresa que se dedicaba exclusivamente a esto: control y calidad. Con sólo 18 añitos, la compañía me dio formación y, con ello, la oportunidad de comenzar a vivir lo que iba a ser mi futuro: “Inspector de ensayos no destructivos”.

Un buen día, me enviaron a la central hidráulica de Aldeadávila, en Salamanca, y allí conocí a algunas de las personas que hoy son mis compañeros. Se presentaron como el Equipo de Tecnologías de Iberdrola, algo que al principio no me dijo mucho, pero fue verles actuar y darme cuenta de que eran un equipo de elite. Estaban preparadísimos, tenían medios muy avanzados de inspección y se conocían la central al detalle.

Durante dos años coincidí con ellos en varias plantas hidroeléctricas de la compañía, hasta conocer a todos sus integrantes. Cada vez me atraía más la idea de pertenecer a ese equipo, para mí el dream team. Eran disciplinados, eficaces y todo el mundo tenía plena confianza en ellos.

El 1 de octubre de 2008 comenzó la revisión del grupo 4 de la central térmica de Lada. Yo iba como apoyo técnico a Iberdrola Tecnologías, por lo que pude volver a trabajar con ellos y conocerles un poquito más.

Al final de la revisión, estaba decidido a cambiar mi vida; sabía que con ellos iba a aprender con los mejores y vi que, por lo menos, tenía que intentarlo. Envié mi currículum a Iberdrola y, para mi sorpresa, me llamaron para hacer las pruebas de selección. Las hice lo mejor que pude y cuando me dijeron que mi perfil encajaba en el departamento de Tecno, me sentí como si me hubiera tocado la lotería.

La alegría fue inmensa. Llamé a mi familia y amigos, todos me dieron la enhorabuena y en diciembre de 2008 empezó, sin duda, mi etapa profesional más interesante. Me vestí de verde y comprendí qué era Iberdrola, qué hacíamos y cómo trabajábamos. Poco a poco fui formándome y conociendo los entresijos de Tecno, su historia, los informes de la base de datos de hace 50 años, mis compañeros, la forma de trabajar y me di cuenta del apoyo que suponemos para todas las plantas de generación dentro y fuera de España.

Y es que pasamos muchas horas fuera de casa porque vamos allá donde nos necesitan. En la oficina siempre tenemos el casco, las botas y la maleta lista para viajar en cualquier momento. Uno de los primeros consejos me lo dio un veterano al entrar: “en casa dos maletas preparadas para viajar, una para dejar y otra para recoger e irse de nuevo”. A veces es duro tanto ir y venir, hay que ser organizado para conciliar una vida familiar, pero al final ves los resultados y el trabajo realizado. Merece la pena, es toda una satisfacción.

Sin duda formo parte de un equipo que cada día trabaja con entrega e ilusión, y que seguirá compartiendo y difundiendo nuestro conocimiento y nuestras experiencias, trabajando con la misma dedicación con la que siempre lo hacemos, convirtiendo cualquier reto en una oportunidad.

Autor: Javier Barreiro Fernández
Bio: Estudié soldadura y calderería en Gijón. Con mi primer trabajo en 2003, hice radiografías a cuadros del Museo del Prado o a los leones de la Alhambra. En Diciembre de 2008 entré en Iberdrola, realizando inspecciones en todas las centrales de generación. Ya he estado en casi todas las plantas de España y también en Longannet (Reino Unido).